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Un parque acuático en medio de la selva



¡Hola nómadas!


Hoy les voy a platicar de nuestra experiencia en un parque acuático en medio de la selva: Jungala.


Barb, Tote y yo salimos a las 8 de la mañana de Cancún para llegar antes de que el parque abriera. Todo el camino fuimos güiri güiri, güiri güiri, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos a solo 5 minutos, ¡qué rápido! Seguimos en el chisme y un ratito después, extrañamente, el mapa seguía marcando 5 minutos. Bueno, cuando nos dimos cuenta, algo le había pasado a nuestra ruta, ¡ya nos habíamos pasado! Estábamos tan distraídos con la plática, que ni cuenta nos dimos de que ya estábamos entrando a Playa del Carmen. ¡Ups!




Dimos la vuelta y otra vez emprendimos nuestro viaje a Jungala, que ahora estaba a 15 minutos en el mapa actualizado.


Llegamos a donde estaba el letrero y entramos muy confiados por la caseta pero ¡ah! Esa era la de Vidanta, nuestro lugar de destino estaba del otro lado de la carretera. ¡No problemo! Dimos la vuelta, y una vez más, partimos a Jungala, que estaba literalmente cruzando la avenida.


¡Llegamos a Jungala!




Después de estas vueltas interesantes, por fin llegamos a nuestro destino, y desde la entrada, la naturaleza te empieza a envolver con sus caminos rodeados de selva.


Nos estacionamos en el área de Cirque du Soleil (que pertenece al mismo grupo que Jungala), e hicimos check in ahí mismo. Grabamos un par de videos (muy divertidos gracias a Barb) y después un trenecito nos llevó al parque, que estaba a 10 minutos de donde estábamos. ¡El camino estaba rodeado de senderos selváticos padrísimos!




La entrada al parque es pequeña pero acogedora, una especie de palapa con un tragaluz al centro y un totem con el letrero de Jungala, ideal para sacarte fotos.




Saludamos a Alfredo y Mariana, que fueron súper atentos (y que ya los habíamos hecho esperar bastante con nuestras vueltas de distraídos), y nos acompañaron al interior del parque.


Recogimos una toalla para cada uno (que no tienen costo extra, solo hay que dejar una identificación), y comenzó la aventura.




Ahora, vale la pena mencionar que nuestros niveles de intensidad no son muy altos, empezando por mí, por supuesto, y Tote, mmmm tengo mis reservas, porque a pesar de que no le encantan las bajadas, ¡ha hecho cosas bastante extremas! Y Barb, que era la extrema de los 3, que iba lista y preparada para aventarse de los toboganes (porque a eso vas a un parque acuático, ¿no?).


En mi opinión, un parque acuático solo necesita un río relajante, alberca de olas, y una barra libre o de helados, cualquiera funciona, y con eso pasas un GRAN día…


Pero bueno, me estoy adelantando. Recogimos nuestras toallas, fuimos a rentar un locker, compramos una cubeta de cervezas, y nos fuimos para el “Lazy River.” ¡Está hermoso! Tomamos una llanta cada uno y nos tiramos a relajarnos en el río. Tiene cierta corriente pero nada fuerte, lo suficiente como para empujarte e ir disfrutando.




¡Imagínate!, día soleado, tú en una llanta flotando sobre un río rodeado de árboles y con una cerveza en la mano. ¡Qué maravilla!


Bueno un recorrido tan relajante, y casi Zen, al menos la mayor parte del tiempo, o para algunas personas.


Verán, hay ciertas zonas, en donde hay una que otra cascadita, que puede ser perfecta para refrescarte… Y aunque estaba el solecito, la verdad para un cancunense, diciembre es un poco frío, y la temperatura estaba ideal, si te mantenías seco. Bueno, pues uno no decide si quiere refrescarse en la cascada o no, porque la corriente te lleva hacia donde mejor le parece.


En lo personal iba feliz, dejándome llevar por la corriente (en mi momento zen), y la corriente en respuesta me trató con amabilidad y cariño. Pero ese no fue el caso de Barb. Cada que se aproximaba a una salida (como una salidita que te lleva a un bar), o a una de las cascaditas mencionadas arriba, la corriente la empujaba hacia allá, así que Barb luchaba contra la corriente (literal), para no ser víctima de un regaderazo innecesario.


En una de esas, yo floté tranquilamente en la corriente, dejando atrás una macropelea entre Tote y Barb por evitar una desviación que te llevaba a empapamiento seguro. Yo iba como el meme del avioncito que va feliz, mientras atrás queda destrucción absoluta, bueno, así seguí yo en la corriente mientras Barb y Tote luchaban por sus vidas. Al final los dos salieron secos y victoriosos, no hubieron bajas.


En diferentes puntos hay salvavidas afuera del río, y en algún momento le pregunté a alguno si había algún tobogán o actividad que no fuera tan extrema, algo como un río salvaje, y me contestó que los tapetitos eran buena opción.


Así que saliendo de la vuelta en el río, nos fuimos a los tapetitos.


Los tapetitos, o el “Tropical Whizzard,” son unas como resbaladillas en las que te subes a un tapete boca abajo y te avientas. No, no, no, jamás. Bárbara se subió y Tote la grabó, ¡porque a eso fuimos! Y tan tán. Jajaja. ¡Qué decepción para Barb que nadie le hacía segunda!





Justo al lado estaba el Hoop Hoop Aqua Loop, ¡es una locura! Creo que es el más extremo. Te metes a una cabina y ¡bum! Te dejan caer, das vueltas, y ¡uf! Acabas con la adrenalina a tope (al menos eso se aprecia en las expresiones de los valientes que lo hacen).  Otro tobogán, es el Beachside Boomerango, una llanta para 4 personas que da una pequeña vuelta y después caes al vacío…




Algo muy padre es que no había muchas filas, ni tiempo de espera, como es común en los parques, y además, como todo está relativamente cerca, si te toca gente en alguno, es fácil moverte a otro en lugar de quedarte a esperar.


Después nos fuimos a la alberca de olas que está junto a la zona de niños.




Nos metimos a la alberca y estuvimos un ratito chacoteando, antes de que el hambre nos hiciera ir a recorrer el área de snacks.


Había un stand de hamburguesas y hot dogs, (tanto normales como veganos), palomitas, panizzas, helados… Y además está el restaurante para sentarte bien a comer.


Tote y Barb se comieron una hamburguesa y yo pedí palomitas, que estaban muy ricas y venían en una cubetita simpática que puedes rellenar.


No se puede fumar en el parque, pero cerca de la entrada, pasando los trenecitos, hay un huequito en la selva con una pequeña área para fumar.


En resumen tuvimos un gran dia. Si eres extremo, te van a encantar las atracciones, pero si eres más de relajarte y te gusta la naturaleza, créeme, también Jungala es el lugar ideal.




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